EL CLIENTE SIEMPRE TIENE LA RAZÓN??
Un paradigma desvirtuado (el cliente siempre tiene la razón)
Un paradigma desvirtuado (el cliente siempre tiene la razón)
El desconocimiento por parte del cliente de los procesos
productivos y de la prestación misma de los servicios que operan al interior de
las empresas, les hace en ocasiones caer en reclamaciones y quejas de bajo
fundamento. En ocasiones las empresas
se ven obligadas a pagar grandes sumas por los márgenes de error con los cuales
trabajan.
Si a esto le sumamos las quejas y reclamaciones de los clientes
por cuenta de la atención, de la prestación del servicio y por su
insatisfacción en el trato dado por un empleado, muy seguramente estaremos
frente a un problema que hay que solucionar de manera inmediata, al cual habrá
que darle gran importancia. El cliente se convierte en juez no solo de nuestro
bien o servicio, sino de nuestra imagen, el cliente es quien determina si
nuestra empresa cumple o no con sus expectativas, en últimas es quien nos ubica
en un buen lugar en el mercado.
La atención es la imagen que le estamos dando al cliente de
nuestra empresa, un error en la producción de un bien, en sus especificaciones,
una falla técnica o tecnológica, un error en la prestación de un servicio,
puede ser corregido y fácilmente solucionado a través de una buena atención.
Pero el cliente desde su percepción exterior, desde su punto de
vista no alcanza a ver la magnitud de sus comentarios, no alcanza a percibir
todo aquello que hay tras un buen servicio o producto, él al desconocer los
procesos a veces de manera injusta condena a las empresas o a sus funcionarios. De allí que el principal papel de cada uno de
los integrantes de las empresas es el cuidado de los detalles y mas aún
ayudarle a entender a los clientes la razón de las fallas y las acciones que se
están llevando a cabo para corregirlas.
El cliente no siempre tiene la razón, si bien él solo espera que
sus necesidades sean satisfechas, no es consciente de los márgenes de error
existentes como tampoco conoce los esfuerzos que se hacen a diario para
llevarle lo mejor.
Pero cuando se identifican no solo las fallas de nuestra
empresa, sino que además se conoce la cultura del cliente, su forma de actuar,
sus deseos, expectativas, sus instintos y actitudes, es más fácil responder a
quejas y reclamos, es más fácil convertirse en solucionadores, y más aún, es
más fácil hacer las cosas bien desde el principio reduciendo al mínimo dichas
reclamaciones.
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